martes, 8 de abril de 2014

Resurrección

Buscamos ídolos. ¿Por qué? Lo desconozco. Supongo, que cada uno por una razón distinta y todos por lo mismo. Parecemos los mosqueteros. Sin embargo, nos cuesta más adorar a algo cercano y cuando más divino parece un poco más fácil  nos es ¿Por qué? Lo desconozco otra vez. Pero un hachazo terrenal hace que la masa, a menudo, venere más o empiece a odiar.

Después de una travesía por el desierto, Alberto Contador, ha vuelto. Eso, sin haberse ido nunca. Aunque sí, que se ha reencontrado seguramente, a él mismo. Ese que el año pasado busco, una y otra vez, en lo más profundo de sus vísceras, en rincones inhóspitos de su corazón, de su empeño, en el cansancio y la desesperación. Ese, que sin saber muy bien el por qué había perdido su punch, se había ablandado y demasiados se lo reprochaban. Pues luchar para perder, nunca ha sido lo mismo que hacerlo para ganar. La fama sabe mejor cuando es por ganador. Por otra parte, las resurrecciones, siempre, han sido algo muy celestial, muy heroico, muy de pasión. Y así, a resurgido; Vuelve a sacudir el árbol, haciendo caer la fruta madura por su propio peso. Vuelve a vencer y a convencer. Vuelve a dispara balas certeras. Tiros de gracia. Vuelve a hacer que los feligreses esperen en la puerta de su autobús, para que en los pocos segundos, atento él, en los que sale a agradecer, le puedan venerar. Aunque solo, es principio de temporada.

Buscamos ídolos. Seguramente, para poder celebrar lo que sin ellos y por nosotros mismos nunca podríamos hacer. Victorias épicas, historias creadas únicamente para unos pocos elegidos. Ocurrencias de genios. Ataques repentinos en lugares inesperados y ataques previstos pero tan certeros que asombran.  Alberto, es ídolo de muchos, entre ellos yo, y sé la razones. Razones que demuestra en cada carrera y después de ellas.


Que siga la fiesta.