martes, 24 de diciembre de 2013

Segunda Etapa

Intentaba un padre, a finales de otoño, pulir la enseñanza de montar en bici a su hijo. Los observaba desde un banco mientras lo árboles seguían llorando hojas. El hombre se encontraba inmerso en un estado de estrés, causado por saber, que seguramente, ese sería uno de los últimos domingos soleados antes de tener que colgar hasta nuevo aviso la bicicleta.

Las tardes de los domingos de otoño tienden a tener ese regusto de últimas salidas por carretera, de apreciar cada kilómetro cómo un postre, un café, un final de temporada o de comida. Esa sensación de casi estar saciado de asfalto. Y necesitar  un descanso, un reposo, digerir y volver a criar hambre para cuando el sol ya no circule tan bajo, ni tan húmedo esté el suelo. Las piernas al pedalear temprano parecen escarcharse y les cuesta entrar en calor. Después el sudor se pega al cuerpo y lo refrigera más de la cuenta. Vives entre el frío y la transpiración, avanzando más como una yunta que unos ciclistas. Unidos por un yugo invisible de seguir rodando.  Por saber que el invierno, el paro obligado, está a la vuelta de la esquina y es difícil intuir si será largo o corto. Seguramente, por eso, aún estando ya casi saturado o harto de sacrificio, decides estos últimos domingos de otoño, prolongar la vuelta dilatando la generosidad que pretendes creer servirá para un futuro no muy lejano.

Procuraba el padre dejar el aprendizaje finalizado igual que intentan los profesionales cerrar la temporada, para poder en seguida, empezar la pretemporada. Igual que leemos los aficionados las últimas noticias de altas, bajas, cierre de plantillas, de patrocinadores, de compra o venta de equipos y  como la maldita crisis lo carcome antes, de que empiece todo, de nuevo.     


Felices Fiestas. 

Llega el tiempo de encerrarse en el garaje o ir por montaña.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Prólogo

La vida puede ser como el ciclismo o el ciclismo como la vida. Según se mire. Hay ascensos, descensos, repechos, llanuras infinitas, buenas o malas sensaciones, días mejores y días peores. Hay un comienzo y un final. Pero lo que sí es seguro, es, que se debe remar en cada metro, en cada pedalada para seguir avanzando, hay que sufrir y gozar. Con el viento en contra o a favor.

Llevo mucho tiempo dubitativo, no sé si culpar a Dios o a los genes por mi desafortunado físico para este deporte, del que soy un apasionado. Tampoco soy muy sufrido, debo reconocerlo. Confieso, que no creo en el altísimo y me da lástima culpar a mis padres de mis pocas virtudes. Seguramente estas sean las razones por las cuales no haya pasado nunca de aficionado cicloturisa y seguidor devoto.  Hasta hoy me basta con eso. Sin embargo, poco a poco, una idea cogía consistencia cada vez que publicaba un post en mi otro blog ¿Por qué no un espacio para escribir únicamente de ciclismo? De todo lo que rodea este maravilloso deporte épico, del paseo con familia al dar la última vuelta en París. De la carretera y de la montaña. De un buen ataque y de una mala pájara o de un mal ataque y una buena pájara. De todo un poco, desde la humildad de un aficionado, no más. Un espacio para opiniones, debates, sensaciones. Un pequeño templo para mí y todos lo que queráis entrar. Prometo intentar publicar con toda la asiduidad que me sea posible. A veces, post, otras videos, otras rutas, fotos, recomendaciones, y qué sé yo, todo lo que se me vaya ocurriendo.

Bienvenidos todos a este blog de “Ciclismo y otros descensos”. Porqué creo, sin duda, que el ciclismo es vida. Aunque a veces, también y por desgracia y demasiado a menudo, muerte. Pero de eso, de los riesgos de la carretera ya hablaré en otra ocasión. No puedo cerrar esté primer post sin la recomendación del libro que estoy leyendo: “Ocaña” del periodista y escritor Carlos Arribas, publicado por Cultura Ciclista. Un placer para el lector. Nada que ver con este blog. Os dejo aquí el enlace de la página web:  http://www.cultura-ciclista.com/    

El inverno es frío y rancio.