Soy padre, marido, hijo, hermano y amigo. Compañero,
conocido, extraño, cliente, proveedor, trabajador, solidario, conductor y más.
Soy una persona, lo que significa, una vida. Y una vida es para vivirla. Soy
cicloturista. De esas extrañas personas a las que les gusta montar en bicicleta.
Salir en bici: a pasear, a entrenar, a rodar, a distraerme, a desconectar de la
rutina, pero sin duda, no para siempre.
Tenemos los mismos derechos que cualquier conductor y a la
vez, las mismas responsabilidades. Seamos sensatos, no se puede asesinar como
si nada, pues arrollar con un vehículo a un ciclista, un día sí y otro también,
no es tan solo matar. Ya sea por culpa de un conductor borracho o drogado o
distraído o rabioso, el resultado, es el mismo. Es de sentido común que en la
carretera los ciclistas somos la parte débil.
Hemos conseguido en la sociedad en la que vivimos, que la
violencia de genero nos de asco a la mayoría.
Reclamo des de aquí, una voz igual de unánime contra todas las muertes
en el arcén de: padres y madres, maridos y esposas, hijos e hijas, amigos y
amigas. Porqué su final, no estaba en manos de la suerte, ni del destino, sino
en las de un conductor o un asesino. ¿Quién quiere ser para siempre un asesino?