Esta es una carta para los niños. Esos niños que descubren
el ciclismo ahora. Niños, que igual que yo en tiempos de Indurain, anhelan las
tardes de Julio para poder descansar de la piscina o la playa, de las vacaciones
o de tanto tiempo sin tener nada más que hacer que esperar que lleguen las tres
(antes), ahora y por suerte doce y media, para ver frente el televisor su a ídolo
en una etapa del Tour. El Tour, empezaba ayer. Y la verdad es que me sentía
como un niño, ilusionado y esperanzado. Y el Tour, termino ayer. Pero no os desilusiones
niños, vendrán más, y Alberto, seguro, estará para ganar.
Lo que resta de Tour es un cuerpo sin vida. La emoción se
reduce a las victorias de etapa. Se cayó Contador, y él era quién tenía que
dinamitar la carrera con su vallentía de siempre. Sin embargo, con su abandono esta edición ha perdido la opción de la
batalla para la general, si no es, que otra calamidad aparece. Los demás, igual
que siempre se quejaba Ocaña, son unos segundones. El mazazo más fuerte, es para él, sin duda. Después
sus familiares y equipo. Pero como qué cada uno se queja de lo suyo, me permito
gemir un poco diciendo, que se rompió su tibia como se rompió la ilusión de
todos sus fans en los cuales me incluyo, y deseamos, al igual que intentó él,
los 18 kilómetros
en los que continuo, heroicamente, que no fuera tan grave. Pero lo fue. La realidad
es así de dura y caprichosa, un instante, no más, es suficiente para acabar con
el trabajo bien hecho de todo un año.
Debes reponerte Alberto. Sabiendo que eres el mejor. Comprendiendo
que la desdicha se encuentra a menudo sin buscarla. Volviendo a comenzar una
vez más, pero esta vez, con la seguridad de que con el trabajo hecho a
conciencia, únicamente la desgracia, es capaz de pararte. Este Tour no lo has
perdido, el infortunio no te lo ha permito ganar. Pero como bien sabes: Querer
es poder.
Esta carta es para los niños. Para que sepan que a veces,
aún haciendo las cosas lo mejor posible no se consiguen los éxitos. Pero es el
camino. Debemos vivir la vida aguantado sus golpes y comprendido que ganar, por
mucho que Contador lo haga parecer fácil, es lo difícil, y que detrás de
cada una de sus victorias, hay mucho trabajo.
Ánimos Alberto y ánimos a Jesús, que sufrió la misma suerte
unos días antes.
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