sábado, 1 de noviembre de 2014

De bicis y separadas


El inverno se nos echa encima como lo hacen a veces la separadas con los jóvenes inexpertos. El frío a menudo es motivo de desmotivación. Y, si eres un vulgar cicloturista igual que yo, más aún.

Hay dos tipos de ciclistas no profesionales: El primero es el que no come para andar más en bici. El segundo, el que sale en bici para poder comer más.  No sé en cual enmarcarme. Muchas veces cuido mi dieta para estar mejor a la hora de las salidas domingueras, sin embargo, después de cada kilometrada me como todo lo que encuentro sin vigilar qué.  Es momento de hacer base. De no pasarse con la pulsaciones, de hacer quilómetros, etc, etc, etc. Pero quién puede estarse quieto cuando los amigotes empiezan, como quien no quiere la cosa, a picarse en cualquier repecho tonto. Y acabas dándolo todo antes de llegar al bar ese donde siempre termina toda buena salida.


Las separadas son tan peligrosas como las carreteras en invierno. Si no tienes cuidado puedes acabar por los suelos, mal herido y acordándote que las bicicletas y los rollos son para el verano.     

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Bailar sin música



La poesía es lírica. Rima. Un vaivén de palabras entrelazadas unas con otras. Igual que etapas, o igual, que etapas entre cumbres de montaña. Y esas montañas, en bicicleta, se pueden subir de muy distintas formas: Sentado y con molinillo. Sentado y atrancado. De pie y con cadencia. De pie y forzado. Todas cansan, seguro. Todos los ciclistas suben de la forma en que creen que más rendimiento sacaran a su esfuerzo, todos, menos uno, que sube bailando.


Os dejo la última subida a la Farrapona. Prueba televisada de ello.   

lunes, 28 de julio de 2014

Crónica de un Tour descafeinado


No sé. Es una ilusión inexplicable,  casi nueva cada año, una forma distinta de esperar el verano de cómo lo hacen la mayoría de las personas. Esperar julio como se espera a un mujer en una relación acabada de estrenar y de odiarlo al terminar la carrera igual que se odia por desamor. Se acabaron los años del prologo. Se acabaron, también, la primera semana de los sprinters con caídas masivas. Se acabaron las contrarrelojes en los primeros días, por culpa de Indurain, para qué esconderlo. Y se acabaron también, este año, y por primera vez, los positivos a medio Tour.

Se puede recordar por los buenos momentos y se puede recordar por los malos. Este Tour, en mí opinión, pesaran más los malos. Para Nibali; los buenos. Siempre, unas semanas antes de empezar esta carrera comenzamos a oír trompetas de batalla. Retos de duelos al sol. Efervescencia encerrada en veinte etapas, que sin embargo, si es, como ha pasado este año, agitada con demasiada alteración, pierde fuelle y atractivo. Imposible culpar. Pero no es lo mismo para el espectáculo, (me disculpen los ciclistas) perder a los gregarios en caídas, que los lideres de equipo. La mejor contienda ha sido para el maillot de la Montaña, y eso, ya dice mucho de cómo ha transcurrido la Grand bucle. Antes de entrar en el pavé, en la quinta etapa, el principal favorito y ganador de la última edición Cris Froome, ya estaba fuera de carrera.  Antes de la primera llegada en Alto, en la décima etapa, el segundo de los favoritos y ganador de tres Tours Alberto Contador, estaba también fuera de ella. Para el tercero en discordia el camino hacía Paris ha sido una batalla contra rivales de inferior categoría. Imposible intentar hacer creer otra situación que no haya sido esta, hacernos creer que hubiera ganado igualmente el mismo si los dos favoritos no hubieran abandonado. Quizás sí, seguramente no. Y no quiero menospreciar a Niabali, digno ganador, el que ha llegado a la ciudad de la luz primero, pero sabemos, los que vimos el Critérum del Dauphine que al menos pelea, no hubiera faltado. Esta victoria deberá saborearla Nibali con la acidez de no tener rival pero no por ser el mejor. Y deberá digerirla igual que lo intento toda su vida Ocaña con la suya.


La soledad a veces, es estar acompañado por quién no deseas. Si el segundo y tercer cajón ayer, hubiera estado ocupado por otros ciclistas, seguramente esa soledad sería diferente. De hipótesis no se gana y Tours le quedan a Nibali para seguir confirmándose. El próximo año con más y mejor, esperemos. Pero para eso falta odiar al otoño primero,
y al invierno después, para empezar a enamorarnos de nuevo en primavera.          

martes, 15 de julio de 2014

Carta abierta a Alberto Contador

Esta es una carta para los niños. Esos niños que descubren el ciclismo ahora. Niños, que igual que yo en tiempos de Indurain, anhelan las tardes de Julio para poder descansar de la piscina o la playa, de las vacaciones o de tanto tiempo sin tener nada más que hacer que esperar que lleguen las tres (antes), ahora y por suerte doce y media, para ver frente el televisor su a ídolo en una etapa del Tour. El Tour, empezaba ayer. Y la verdad es que me sentía como un niño, ilusionado y esperanzado. Y el Tour, termino ayer. Pero no os desilusiones niños, vendrán más, y Alberto, seguro, estará para ganar.  

Lo que resta de Tour es un cuerpo sin vida. La emoción se reduce a las victorias de etapa. Se cayó Contador, y él era quién tenía que dinamitar la carrera con su vallentía de siempre. Sin embargo, con su abandono esta edición ha perdido la opción de la batalla para la general, si no es, que otra calamidad aparece. Los demás, igual que siempre se quejaba Ocaña, son unos segundones.  El mazazo más fuerte, es para él, sin duda. Después sus familiares y equipo. Pero como qué cada uno se queja de lo suyo, me permito gemir un poco diciendo, que se rompió su tibia como se rompió la ilusión de todos sus fans en los cuales me incluyo, y deseamos, al igual que intentó él, los 18 kilómetros en los que continuo, heroicamente, que no fuera tan grave. Pero lo fue. La realidad es así de dura y caprichosa, un instante, no más, es suficiente para acabar con el trabajo bien hecho de todo un año.

Debes reponerte Alberto. Sabiendo que eres el mejor. Comprendiendo que la desdicha se encuentra a menudo sin buscarla. Volviendo a comenzar una vez más, pero esta vez, con la seguridad de que con el trabajo hecho a conciencia, únicamente la desgracia, es capaz de pararte. Este Tour no lo has perdido, el infortunio no te lo ha permito ganar. Pero como bien sabes: Querer es poder.   

Esta carta es para los niños. Para que sepan que a veces, aún haciendo las cosas lo mejor posible no se consiguen los éxitos. Pero es el camino. Debemos vivir la vida aguantado sus golpes y comprendido que ganar, por mucho que Contador lo haga parecer fácil, es lo difícil, y que detrás de cada una de sus victorias, hay mucho trabajo.


Ánimos Alberto y ánimos a Jesús, que sufrió la misma suerte unos días antes.      

viernes, 27 de junio de 2014

Veranear

Me voy a veranear hasta que llegue el Tour.

La suerte es como el Tour de Francia... lo esperas todo el año y luego pasa rápido. Por eso, las oportunidades hay que aprovecharlas deprisa (Amélie, 2001)

martes, 17 de junio de 2014

Un ápice de épica


Se dice, que el ciclismo moderno ha perdido la épica. Al leer libros y crónicas añejas, o escuchar hazañas pasadas,  parece, que el sabor rancio, la falta de modernidad, de esas tecnologías que contabilizan los gramos de fuerza en vatios, de la hostilidad de los tiempos, del blanco y negro, del mal asfalto o la falta del mismo, es más glorioso, más legendario, más heroico el maillot de punto que las fibras modernas.  No lo creo.

La dureza no se mide igual en épocas distintas. El ciclismo, como todo, ha cambiado, se ha modernizado, sin embargo, eso no significa que se haya ablandado. Ni si quiera, se ha moderado. Ni él, ni los corredores. Si no, miren algunas etapas de este Giro 2.014. La vida, desde principios del siglo pasado hasta ahora, para una mayoría, por muy dura que sea la crisis que no habita, se ha hecho menos cruda y como la vida, el ciclismo también. Las carreteras son mejores, la preparación, la bicicletas infinitamente, los ropajes, las zapatillas, la alimentación, las organizaciones, los controles, los equipos, los hoteles, los autocares, y por encima, las tecnologías. En fin, todo. Todo menos los humanos: los mecánicos, los directores, la afición… y los corredores.  

Cuando empezó la retransmisión de la octava etapa de esta Dauphine, el caos ya se había apoderado del pelotón. Un grupo de más de veinte escapados a tres minutos, entre ellos un corredor, Talansky, que estaba a 39 segundos del líder, Contador. Contador, que vuelve a ser Contador. Él, estaba solo, sin equipo, ante unos Garmin dinamiteros, unos Sky muy fuertes, como lo demuestra al final la victoria de un gran Nieve y un montón de ataques de Astaná, Belkin, o cualquier otro. Una lluvia fina para terminar de decorar esos paisajes apocalípticos y la certeza de contar únicamente con sus fuerzas para acabar la etapa de amarillo y conseguir el triunfo final. Fue entonces, a falta de unos veinte y pocos kilómetros, cuando Contador, con un ataque osado a Froome, demostró como ya hecho anteriormente, que le épica en el ciclismo no murió con el televisor en color, ni con los años negros de Armstrong, ni con Mc Quaid, ni con la crisis global, ni por las ganas de muchos. No logró mantener el maillot amarillo. En su huida, huida que ha repetido este año varias veces y huida como quién huye de algo, adelantó a tantos despojos de la fuga, que parecía que hubiera salido último, a casi todos, hasta que las fuerzas empezaron a menguar. Ninguno podía seguir más de 20 metros cuesta arriba sur ritmo. Talansky, no desfalleció. Froome, se quedó tan atrás, tan lejos y tan abatido con la cabeza entre los hombros, que ni su imperial equipo, con un gregario tras otro, menos Nieve, tuvieron fuerzas suficiente para mantenerlo siquiera en el TOP 10,¿Quién sabe que habrá colgado su estimada pareja en Twitter para explicárselo? Alberto, perdió el liderato por 27 segundos, sin embargo, nos regalo un espectáculo esplendido y se llenó el depósito de moral hasta el borde. Aunque eso, no gane el Tour.


La narración de esa crónica, hecha por un profesional, no debe perder respecto a aquellas antiguas hazañas, un ápice de épica.  

miércoles, 28 de mayo de 2014

El archienemigo

El gris del cielo augura tormenta. Y sin embargo, me parece un plan perfecto para pasar la tarde de un martes cualquiera enfrente al televisor. Etapa reina del Giro y su cielo, es más amenazador que el mío. Las heroicidades se consiguen con todo en contra.

La primera ascensión, el calentamiento, es el Gavia a ritmo de unos MoviStar intratables. El frío parece algo exterior a todos esos cuerpos esqueléticos que suben resoplando bajo un lluvia fina que cala hondo. Arriba, les espera la nieve para posarse en sus chubasqueros igual que se posa en la montaña. El descenso es únicamente para intrépidos, para personas a las que quizás, y bien lo saben, a parte de la vida, se jueguen un futuro mejor por brillar en esas cumbres legendarias dónde otros valientes, algunos incluso ídolos, ya lo hicieron. Sin tregua, se sube el Stelvio a ritmo aniquilador para un pelotón ya muy mermado. Cada vez con menos unidades. Al coronar, la nieve y la confusión.  Confusión por creer que el descenso estaba neutralizado sin ser así. Y unos kilómetros más abajo saliendo de la niebla como de la confusión un pequeño y moreno Nairo, que cambiándose las gafas de agua por unos de un cristal más oscuro se le pode observar en su mirada la obstinación para la hazaña. Acompañado por unos actores secundarios que se caeran poco a poco igual que la fruta madura en el transcurso de los kilómetros finales hasta a meta, el último Hesjedal. Tirado por su compañero Izaguirre que hasta dónde llega lo da todo, como siempre hacen los fieles escuderos. Después, Rolland y Hesjedal, se niegan una y otra vez a darle un relevo al pequeño colombiano que parece alado hacía su destino; un sueño Rosa.


Las epopeyas son el conjunto de hazañas y hechos memorables que hace una persona. Nairo, con 24 años y habiendo aprendido a montar en bici a los 15, va a un ritmo para entrar en la épica del ciclismo, pero sin duda, para conseguirlo, necesita un archienemigo a su altura.         

sábado, 17 de mayo de 2014

Lo amargo del asfalto.





Lo primero que se aprende al montar en bicicleta es que te caes. Después, mucho después, vienen otros aprendizajes. La cuestión es casi tan vieja como las carreras: ¿Se debe esperar?

Un profesional, una persona que vive del ciclismo, no va a correr el Giro para esperar a todos los que se caigan. Ya sean 1 o 60. Va para ganarlo. Cuando un boxeador cae a la lona, el árbitro detiene la pelea y empieza la cuenta, cuenta hasta diez, si no consigue levantarse queda fuera de combate o lo que es lo mismo, pierde. En el ciclismo, esta regla no existe, si uno se cae, pincha, se para a besar a su mujer o le atrapa en mal sitio un abanico, no se para la carrera. No hay cuenta que detener, el tiempo sigue corriendo y tu eliges, si debes dejarlo escapar o no. A sabiendas, que gana quién tarde menos en hacer el mismo recorrido. Las normas son las que son.

Uno no va al Giro a demostrar lo buena persona que es, ni lo caballeroso. Un profesional va para ganarlo. Esperar, yo creo que mientras sean incidentes de carrera no se debe esperar.  Si llueve hay peligro de caídas, si no quieres caer aminora la velocidad. Pero resulta que por esa causa no hace falta esperar. ¡Qué sinrazón!


Lo primero que se aprende al caerse, es que debes volver a levantarte para poder continuar.   

martes, 8 de abril de 2014

Resurrección

Buscamos ídolos. ¿Por qué? Lo desconozco. Supongo, que cada uno por una razón distinta y todos por lo mismo. Parecemos los mosqueteros. Sin embargo, nos cuesta más adorar a algo cercano y cuando más divino parece un poco más fácil  nos es ¿Por qué? Lo desconozco otra vez. Pero un hachazo terrenal hace que la masa, a menudo, venere más o empiece a odiar.

Después de una travesía por el desierto, Alberto Contador, ha vuelto. Eso, sin haberse ido nunca. Aunque sí, que se ha reencontrado seguramente, a él mismo. Ese que el año pasado busco, una y otra vez, en lo más profundo de sus vísceras, en rincones inhóspitos de su corazón, de su empeño, en el cansancio y la desesperación. Ese, que sin saber muy bien el por qué había perdido su punch, se había ablandado y demasiados se lo reprochaban. Pues luchar para perder, nunca ha sido lo mismo que hacerlo para ganar. La fama sabe mejor cuando es por ganador. Por otra parte, las resurrecciones, siempre, han sido algo muy celestial, muy heroico, muy de pasión. Y así, a resurgido; Vuelve a sacudir el árbol, haciendo caer la fruta madura por su propio peso. Vuelve a vencer y a convencer. Vuelve a dispara balas certeras. Tiros de gracia. Vuelve a hacer que los feligreses esperen en la puerta de su autobús, para que en los pocos segundos, atento él, en los que sale a agradecer, le puedan venerar. Aunque solo, es principio de temporada.

Buscamos ídolos. Seguramente, para poder celebrar lo que sin ellos y por nosotros mismos nunca podríamos hacer. Victorias épicas, historias creadas únicamente para unos pocos elegidos. Ocurrencias de genios. Ataques repentinos en lugares inesperados y ataques previstos pero tan certeros que asombran.  Alberto, es ídolo de muchos, entre ellos yo, y sé la razones. Razones que demuestra en cada carrera y después de ellas.


Que siga la fiesta.       

sábado, 15 de marzo de 2014

Olor



Huele a duelo. A un cara a cara, a dos, tres o cuatro bandas. A dolor de piernas aún no bronceadas por el sol, por el calor ni por los kilómetros. A sudores fríos. Las etapas exigentes cada vez se hacen más deprisa y eso es síntoma de un punto de forma más óptimo. Se perfilan los cuerpos, limando eso quilos invernales. El sur es un buen lugar para empezar todo. El norte y su infierno, espera para días y carreteras polvorientas, eternas, duras y exterminadoras. Después, será et tiempo de las tres semanas.

Mientras tanto, en lo terrenal, huele a marchas cicloturistas. A asumir entrenamientos para no quedar atrás los fines de semana. A buscar tiempo de lunes a viernes, para escaparse a hacer kilómetros que las piernas agradecerán en días que la mecha se encienda, sin saber por qué; quizás por buenas sensaciones de algún compañero o deseos de revancha de temporadas pasadas. Sin embargo, es necesario llegar dignamente a casa, aunque la paliza sea considerable. Pues la vida continua y las obligaciones también.


Comeré entre la Paris-Niza y la Tirreno-Adriático. Disfrutando del sacrificio de los ciclistas. Pan y circo. ¿Qué más se puede pedir?      

sábado, 1 de marzo de 2014

martes, 25 de febrero de 2014

Jadeo

Empieza la temporada igual que termina el invierno. Ni los días son tan largos ni las piernas están aún demasiado curtidas. Destellos, chispas de clase, de explosión o de fortaleza. Esas son las expectativas para estas primeras carreras. Y alguna promesa, a veces sin justificar ni acabar de fructificar, otras, inesperadas y capaces de entusiasmar a todo un sequito de aficionados siempre a punto para volver a ilusionarse.

Espero con ansioso anhelo poder gozar de un par o tres de etapas de la Volta a Catalunya, que este año, sin duda, trae uno de los carteles, tanto a nivel de recorrido como de participación, mejor. Aquí, en mí tierra, se citan entre otros y sin saber si están al 70 / 80 o 90 %: Horner, Wiggins, Basso, Froome, Uran, Purito, Samu, Van Garderen, o Contador. Si estuviéramos hablando de western los apaches ya estarían acojonados, como casi siempre.


Mientras tanto, los mortales, seguimos haciendo salidas cada vez más largas. Alguna incluso con tímidos ataques, que no pasan de ser pequeños cambios de ritmo, gracias haber hecho algún kilómetro más que el otro. Aunque en público, casi nadie entrena. Sin embargo, te cruzas a diario con un montón de cicloturistas que como los caracoles con la lluvia, nosotros, con el sol, nos da por salir. Mentiras para resoplar menos. Únicamente nos gusta jadear en la intimidad.


Las marchas cicloturistas son una excusa para entrenar más; nunca a la inversa.       

viernes, 7 de febrero de 2014

Ocaña.

Debo culpar al periodista Carlos Arribas de mí admiración incondicional ya, por Luis Ocaña. Después de leer su libro y releer buena parte de él, todo lo que escucho o veo relacionado a este corredor me levanta un interés insaciable. Aquí os dejo el último programa de Informe Robinson, un documental sobre el que llaman ellos el Héroe Trágico, no muy lejos de la realidad. Pero es que sin duda, los genios, tienen eso, genialidades e inmensos vacíos a menudo demasiado oscuros.

http://www.canalplus.es/informe-robinson/videos

Espero que les guste. Les recomiendo el libro prometiendo que no tengo comisión con su venta.

Los días, al igual que las salidas, empiezan a largarse.